Elon Musk, el hombre que aparentemente no puede resistirse a convertir la ciencia ficción en una lista personal de tareas pendientes, nos ha vuelto a honrar con su última gran idea.
Esta vez, se trata de un túnel de 20.000 millones de dólares que transportaría pasajeros de la ciudad de Nueva York a Londres en tan solo 54 minutos.
Sí, leyó bien: un túnel. A través del Atlántico. En menos de una hora. ¡Que empiece la mirada de asombro colectiva!

En una conferencia de prensa que parecía más bien la trama de un sketch de Saturday Night Live, Musk describió su visión: un tubo de vacío al estilo hyperloop sumergido bajo el océano Atlántico, capaz de propulsar cápsulas de viajeros a velocidades que hacen que los aviones parezcan carruajes tirados por caballos.
Según Musk, el proyecto es “100% factible”, lo que en el lenguaje de Musk se traduce aproximadamente como: “Esto probablemente nunca sucederá, pero ¿no es divertido pensar en ello?”.

Los críticos no tardaron en señalar los evidentes obstáculos logísticos. Para empezar, el océano Atlántico es un poco más complejo de recorrer que, por ejemplo, el Strip de Las Vegas, donde la Boring Company de Musk completó recientemente un sistema de túneles que es, en esencia, un carril para vehículos compartidos de Tesla.
Y ni hablemos de la pesadilla de ingeniería que supone mantener un tubo sellado al vacío bajo miles de metros de agua, o del ligero inconveniente que supone financiar un experimento submarino de 20.000 millones de dólares.

Sin embargo, Musk no se inmuta. “Ya hemos hecho los cálculos”, aseguró a los periodistas, como si los cálculos por sí solos pudieran superar detalles menores como el movimiento de las placas tectónicas o la pequeña posibilidad de fugas catastróficas. “Estamos seguros de que este es el futuro del transporte”.
Como era de esperar, las redes sociales se llevaron un festín. Un usuario bromeó: “¿Podemos arreglar los baches antes de empezar a cavar túneles a través de los océanos?”. Otro sugirió que Musk podría estar mejor si usara esos 20.000 millones de dólares para mejorar su servicio al cliente en Tesla.
Incluso los fanáticos de larga data de los ambiciosos esfuerzos de Musk se rascaban la cabeza. “Me encanta el tipo”, escribió un comentarista, “pero ¿quizás deberíamos limitarnos a los cohetes espaciales por ahora?

Como ocurre con la mayoría de las grandes proclamas de Musk, es probable que el túnel de Nueva York a Londres siga siendo una fantasía de ciencia ficción, al menos por ahora.
Pero, como mínimo, Musk ha vuelto a tener éxito en lo que mejor sabe hacer: acaparar titulares, provocar debates y hacer que todos nos preguntemos si es un genio visionario o un troll muy entusiasta. ¿Quizás ambas cosas?